jueves, 19 de abril de 2012





Sube la sangre joven renovando latidos,
baja ya menos joven un segundo más tarde,
vuelve a subir al árbol del corazón a pulso...
Con sistole y diástole me riegan.Luego existo.


Tres mil seiscientas veces por hora, los segundos
apagan lirios, sueños, ilusiones, ardores,
usándonos el alma, invalidando el ímpetu,
dejandolo en rehenes del tiempo inexorable.


Arbol, fatal destino semejante al del hombre
si es que el rayo le acecha detrás de los relámpagos
y olvida que algún día será carbón extinto....


                                     Adriano del Valle ( fragmento "La Hora")


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